Las opciones en el futbol | en memoria de Mario Cárcamo
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Only the good die young
Brian May, Queen.
Wish You Were Here
Roger Waters/David Gilmour, Pink Floyd.
A tres meses de que empiece el mundial quiero recordar a un querido amigo que perdió la batalla contra el cáncer en junio de 1995 unos meses antes de cumplir 30 años. Republico este artículo que escribió a finales de 1993 para una revista deportiva. La historia que cuenta Mario tuvo un triste desenlace y deja algunas lecciones. Reproduzco el artículo completo e inserto algunos comentarios míos en itálicas.
¿HAY QUE TENER UNA BOLA DE CRISTAL PARA ARMAR UN EQUIPO CAMPEÓN DEL MUNDO? LAS OPCIONES EN EL FÚTBOL
Me sumergí en el futuro tan profundamente como puede alcanzar el ojo humano. Observé la visión del mundo y lo maravilloso que será.
Tennyson
Así comienza Alan C. Shapiro su capítulo de “Opciones y futuros en divisas”, un tipo relativamente nuevo de instrumentos financieros para manejar el riesgo que una empresa corre frente a fluctuaciones cambiarias o para tomar posiciones especulativas en un mercado cambiante. En este artículo exploraremos un poco en qué consisten estos instrumentos y su aplicación práctica en el futbol.
Las opciones eran más nuevas en 1993. Hoy día son mucho más utilizadas aunque todavía no del todo bien entendidas.
Los mercados internacionales de futbolistas.
En todas las ligas del mundo existen equipos compradores y equipos vendedores de jugadores. En la Serie A italiana, por ejemplo, podemos observar cuatro equipos que son compradores puros de talento confirmado: Milán, Juventus, Inter y, desde hace poco tiempo, Lazio. Aunque estos equipos promueven a algunos, y más recientemente Christian Panucci en el Milán, básicamente adquieren jugadores ya hechos en otros cuadros.
Sigue una larga serie de equipos que, aunque son compradores, toman el riesgo de comprar jugadores jóvenes de las divisiones menores y les dan la oportunidad de crecer en la Serie A. En este grupo están Parma, Sampdoria, Roma, Napoli, Torino y Fiorentina (que a pesar de estar en la Serie B, cuenta con un plantel de primera división).
Finalmente viene una larga serie de clubes que, o bien promueven a sus jóvenes únicamente, o bien dan la oportunidad a muchos jugadores que jamás han jugado ni siquiera en la Serie B. Estos equipos son Atalanta, Foggia, Udinese, Cagliari, Piacenza, Lecce, Reggiana, Cremonese y Genova.
De esta manera se consigue un equilibrio en el que hay una continua producción de jugadores. Los equipos con presupuestos limitados se financian a través de la venta de jugadores y los equipos fuertes tienen acceso a una fuente prácticamente ilimitada de talento.
En el panorama mundial la situación es muy parecida, solamente que en este caso hay países compradores (Italia, Francia, España) y países productores. (Argentina, Brasil, Alemania, y recientemente Colombia), donde las ventajas del libre comercio se muestran. El caso de Inglaterra resultará muy interesante ya que es un país que podríamos llamar proteccionista, al que llegan pocos jugadores y del que igualmente salen muy pocos.
Esta era la situación en 1993, sin embargo en 1995 la Corte de Justicia Europea decretó que las cuotas de jugadores extranjeros eran una forma de barrera comercial que limitaba la libertad de de movimiento de los trabajadores y por ende era ilegal bajo los tratados europeos. La calidad de las ligas y el futbol europeo ha mejorado considerablemente a partir de entonces dando una prueba más en contra del proteccionismo.
Habíamos dicho entonces que existen equipos que asumen el riesgo de hacer debutar jovencitos en competencias de alto nivel. Esto obviamente significa que unos pocos se volverán buenos y otros muchos se quedarán en el camino. Cuando los equipos chicos logran sacar buenas camadas de jugadores, los resultados pueden llegar a ser espectaculares. Tal es el caso de la Roma de Falcao, campeona en 1982, o el Parma de los últimos años. Sin embargo y como es lógico pensar, la mayor parte del tiempo estos equipos se mantienen al margen de los títulos locales e internacionales.
Es claro que estos equipos asumen un riesgo al promover jóvenes sin experiencia. Sin embargo, cuando se descubre un talento excepcional, como Roberto Baggio o Gianluca Vialli, los equipos que los dieron a conocer hacen negocios enormes y los clubes que los compran pagan cifras de miedo.
Tenemos así equipos que asumen el riesgo y equipos que pagan porque otros lo asuman. Es muy difícil que el Milán, por ejemplo, se presente en la Copa de Campeones con jugadores que no está seguro puedan llevarlo al título. Lo mismo sucede en todo el mundo; los clubes de Argentina, Brasil y Alemania hacen debutar a jovencitos en sus campeonatos y luego los venden a las ligas italiana, española o francesa.
Surge así la pregunta: ¿por qué no compartir el riesgo? ¿No podrían los equipos chicos arriesgar menos y los grandes pagar menos por los aciertos de los pequeños? Es entonces cuando las opciones hacen su aparición.
¿Qué es una opción?
Una opción es un instrumento financiero que da a su propietario el derecho –pero no la obligación– de comprar o vender otro instrumento a un precio predeterminado y en una fecha fija. El vendedor de la opción debe cumplir con el contrato si el comprador así lo desea. Esto, obviamente, representa un privilegio y significa que el comprador debe pagar una prima por este derecho.
El mercado de opciones.
A través del mercado de opciones es posible compartir el riesgo de hacer debutar jóvenes jugadores entre los equipos grandes y los equipos chicos. Analicemos un ejemplo para ilustrar la solución.
Supongamos que usted es el entrenador de uno de los equipos más importantes de Italia y descubre un joven prometedor en la Serie B. Este jugador puede resultar el próximo Antonio Cabrini o ser una simple promesa que jamás se materialice. ¿Debe usted entonces comprarlo ahora, o esperar? Si el jugador resulta una estrella, esperar implica una pérdida importante ya que para comprarlo más tarde habrá que desembolsar una gran cantidad de millones. Sin embargo, si el jugador resulta un fracaso, esperar puede también ahorrarle muchos millones.
Tal fue el caso de Andrea Fortunato, quien en 1988, con apenas dieciocho años, inició su carrera con el Como, que en ese entonces estaba en la Serie A. Descendió con este equipo a la Serie B en 1990 y a la Serie C1 en 1991. Ese año lo adquirió el Génova de la Serie A por una cifra modesta (las cifras exactas casi nunca se hacen públicas pero en nuestro ejemplo no importan).
A pesar de su talento, ya evidente, el tener sólo veinte años hacía que tuviera muy poca acción con el Génova, que lo cedió en noviembre de 1991 al Pisa, de la Serie B, para que madurara. En 1992 fue llamado nuevamente al primer equipo del Génova.
¿Qué hacer entonces?
Imaginemos la conversación que usted podría haber tenido con su presidente en septiembre de 1992:
- El Génova nos pide quinientos mil dólares por darnos el derecho a comprar a Fortunato –dirá su presidente– en cinco millones el próximo año. Puede que el jugador no resulte lo que creemos, creo que nos quieren tomar el pelo.
- Pero estamos dejando ir una importante oportunidad.
- ¿Qué oportunidad? Para mí no es tan claro.
- Si no hacemos el trato hoy, probablemente resultará demasiado caro después, cuando Inter, Milán y Lazio se interesen por él. Si pagamos los quinientos mil dólares hoy podemos seguirlo todo este año y si a fin de año consideramos que vale más de cinco millones y medio entonces pagamos los cinco millones y los quinientos mil que nos cuesta la opción nos parecerán cacahuates. Habremos hecho un gran negocio.
- Pero esto nada me dice. Puede ser una gran inversión o un pésimo negocio, no tenemos ni idea.
- Es exactamente cuando la opción vale más –usted le indicará. Pagar los quinientos mil nos da derecho a comprar a Fortunato por sólo cinco millones si es el próximo Cabrini y salirnos del negocio si resulta un fracaso.
Asumiendo que no hay inflación y la tasa de interés es cero, los quinientos mil dólares pagados hoy valdrán lo mismo en un año.
- ¿Pero cuál es el valor real de esta opción? Quinientos mil dólares es mucho dinero.
- Es difícil decirlo, pero durante el partido contra el Génova calculé que por las cualidades físicas y técnicas del jugador su valor el próximo año sobrepasará por mucho los cinco millones y medio que nos costaría toda la operación.
- Yo creo que usted está sobreestimando el valor de Andrea Fortunato. Es fácil ser optimista con un año de anticipación.
- No, no, contestará usted con paciencia. Sí, es cierto que quinientos mil dólares es mucho dinero, pero a mi juicio, la probabilidad de que el jugador resulte una estrella y valga hasta diez millones es altísima. La opción nos deja la puerta abierta y la oportunidad de comprar a Fortunato en sólo cinco millones y medio. Si de verdad llega a valer diez millones, representará para nosotros un beneficio de cuatro millones y medio.
Claro que este beneficio es sólo un presentimiento, pero ilustra claramente lo valioso que resulta poder seguir el desarrollo de un jugador, especialmente cuando existe incertidumbre.
- Comienzo a comprender, dirá entonces el presidente, aún dudoso, pero muy satisfecho de entender el razonamiento detrás de la opción.
El equipo del que hablamos es la Juventus de Turín. Su presidente, Gianpiero Boniperti, accedió a pagar la opción e hizo un gran negocio ya que el valor de mercado del jugador en el verano de 1992 sobrepasó por mucho la cifra pagada por la Juventus al Génova. Hoy Andrea Fortunato es pilar indiscutible de la defensa juventina, ha vestido ya en un par de ocasiones la camiseta de la selección nacional y muy probablemente formará parte de los veintidós que lleve Arrigo Sacchi al mundial de los Estados Unidos.
Fortunato probó ser un subyacente sumamente volátil. Su personalidad y carisma, su zurda privilegiada, su incansable correr y su espíritu de equipo (así era Mario, en la cancha y fuera de ella) ganó el corazón de muchos italianos, al grado que Arrigo Sacchi lo llamó “una revelación del futbol italiano”. Sacchi lo llamó a su única aparición internacional en contra de Estonia en septiembre de 1993 en preparación para la Copa del Mundo, partido en el que alineó en lugar de Paolo Maldini y que los Azzurri ganaron 3 – 0. Confirmado para jugar con la selección italiana en el Mundial, tuvo que ser sustituido cuando le diagnosticaron una rara forma de leucemia en mayo de 1994. Después de un exitoso trasplante de médula, volvió a alinear con la Juve en 1995. Sin embargo, unos meses después enfermó de neumonía y murió. La Juve ganó el campeonato ese año, al que se le conoce como el Scudetto de Fortunato.
En nuestra conversación hipotética el entrenador acentuaba la relevancia de la incertidumbre en toda esta operación; esto es muy importante ya que no siempre los presentimientos de los compradores son correctos. En 1991, antes de la Copa América en Chile, Fiorentina compró la opción del jugador argentino de Boca Juniors Diego Fernando Latorre, quien según muchos sería el heredero de Maradona en la selección argentina. Los dirigentes del equipo de Florencia, anticipando una gran actuación de Latorre en el torneo continental, buscaban “amarrar” un precio antes del torneo, seguros que éste sería enorme al final del mismo.
El resultado fue desastroso para Fiorentina. Latorre se lesionó unas semanas antes del torneo y tuvo muy poca acción. La estrella en Chile fue Gabriel Batistuta y Fiorentina, necesitada de un centro delantero, tuvo que pagar una cifra enorme por él.
Así podemos observar cómo, igual que en el mundo de las altas finanzas, unos cuantos ejecutivos con visión y suerte hacen grandes negocios y otros muchos con menos fortuna pierden enormes cantidades de dinero.
¿Puede surgir un mercado similar en México?
El caso de México es particular ya que podríamos decir que hay diecinueve equipos que, aunque de vez en cuando hacen debutar a jóvenes, son básicamente compradores de jugadores y sólo hay un equipo verdaderamente productor (Pumas). Esto explica por qué surgen tan pocos jóvenes valores, por qué vemos las mismas caras en la primera división desde hace diez años (independientemente de su calidad futbolística), por qué los equipos de primera división recurren constantemente a extranjeros de tan bajo nivel para cubrir sus necesidades y por qué hemos sido incapaces de formar jugadores con calidad de exportación (sólo dos mexicanos juegan en el extranjero mientras que los de Brasil son más de 300). El hecho de que sólo haya un verdadero equipo productor limita muchísimo el surgimiento de un mercado de opciones local.
Mientras las cosas cambian alrededor del mundo, en México –en futbol como en política— las cosas siguen siendo iguales. Los mexicanos que hoy juegan en Europa son Rafa Márquez, Jonathan y Giovanni Dos Santos, Andrés Guardado, Carlos Salcido, Héctor Moreno, Guillermo Franco, Carlos Vela y Ricardo Osorio. La liga mexicana sigue siendo eminentemente proteccionista y de muy baja calidad.
Por otra parte, es muy difícil que participemos en un mercado mundial de opciones del lado de los vendedores ya que nunca hemos podido organizar un sistema que genere jóvenes que interesen a los equipos europeos. Del lado de los compradores la situación es similar. Es muy difícil que nuestros clubes lleguen a competir con los precios que son capaces de ofrecer los grandes clubes de Europa. Asimismo, los jugadores extranjeros que vienen a México están ya al final de su carrera, como Ruggeri o Jozic, o son jovencitos que raramente destacan como jugadores de calidad. Casos como los de Héctor Miguel Zelada, Miguel Marín, Alberto Quintano o Carlos Reynoso son desafortunadamente muy raros en nuestro país.
Mario Cárcamo Sabido†
Diciembre 15 de 1993
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